Editorial Decana Irene Morales Bozo:

Conectados en el autocuidado

Conectados en el autocuidado

Desde que, a comienzos de esta semana, una trasnacional farmacéutica anunciera haber alcanzado una vacuna contra la enfermedad de COVID-19 con un 90% de efectividad, la Ciencia volvió a ser titular en medios de comunicación de todo el mundo, llevando la esperanza a la humanidad para frenar la emergencia sanitaria más importante del siglo.

Sin duda que el asomo de esta oportunidad de inmunización, representa un salto gigantesco hacia adelante que, no sólo esperábamos desde el inicio de la pandemia, sino que el hallazgo representa un reposicionamiento de la Ciencia como actor sociosanitario fundamental en un escenario que, históricamente, ha sido vulnerable a contagios masivos, pero donde el factor inédito de la globalización ha potenciado la proliferación de alertas sanitarias alrededor del orbe.

La expectación de la opinión pública ante el arribo de una vacuna contra el COVID 19, nos propicia también un nuevo momento para debatir sobre la imperiosa necesidad de contar con un mayor apoyo estatal para el desarrollo del quehacer científico en Chile, cuestión que, desde hace un tiempo a esta parte ha distraído a nuestros/as investigadores/as de sus Laboratorios y los ha instalado en la calle, manifestando su descontento con la cada vez más recurrente disminución de glosa presupuestaria para la Ciencia y sus aportes. Como Universidad pública no podemos sino situarnos en la vereda de los/as científicos/as chilenos/as que, inspirados en el bien común, continúan formulándose preguntas que permitan alcanzar un mejor y mayor desarrollo humano y calidad de vida para nuestra población.

Pese a este avance en el camino para enfrentar la pandemia por COVID-19 en el mundo, aún no es suficiente. No hemos superado el escenario de emergencia sanitaria y, a la luz de los acontecimientos en el hemisferio norte, en muchos lugares de regreso al confinamiento, debemos ser muy cautos y precavidos con las nuevas olas de alza en los contagios y número de personas hospitalizados con altos niveles de gravedad.

La experiencia dice que, los países que mejor han enfrentado la pandemia, son aquellos que cuentan con un sólido Sistema de Salud Público, capaz de contener y atender a su población afectada por la enfermedad que provoca el SARS-Cov-2. Sabemos que esa no es nuestra realidad, y que nuestro debilitado Sistema de Salud Público se ha sostenido, en gran medida, por la vocación, el compromiso y el empeño del Personal de Salud que, a lo largo y ancho de nuestro país, he ejecutado los mayores esfuerzos para ir en ayuda de los chilenos y chilenas que lo han requerido, aún a costa de su propia salud física y mental.

No se trata de romantizar el desempeño de la Primera Línea en Salud, sino de reconocer esta estimable labor que, en los tiempos que corren, cobra tintes de heroísmo. No obstante, el riesgo que han experimentado los y las trabajadoras de la Salud es inaceptable, ante una autoridad política que deberá, en algún momento, rendir cuentas de sus decisiones.

Desde los inicios de su formación, los que fueran estudiantes y hoy son los profesionales y Técnicos de la Salud, han conocido el concepto de autocuidado. No son pocas las horas dedicadas a temas de bioseguridad en la atención de salud, las infecciones en la atención de salud, las medidas de prevención y educación en salud, entre otros tópicos; y son esos conocimientos los que, en este año sin precedentes, han debido equiparlos para evitar la propagación del COVID-19 entre sus filas, mermando la potencia del Personal de Salud ante la embestida de la pandemia.

Cada uno y cada una de l@s médic@s, enfermer@s, kinesiólog@s, cirujan@s, urgenciólog@s, tecnólog@s médic@s, TENS, por mencionar algunos que conforman el equipo de salud de la atención a pacientes-covid, debe representar y ejecutar el autocuidado como modo de vida, llevando implícito su compromiso de cuidar vidas y educar a las poblaciones, especialmente las más necesitadas. Por lo que, la sociedad, los entiende como referentes en prácticas y conductas que, precisamente, cautelen la vida de las personas.

Los/las odontolólog@s no son la excepción. Si bien, en una primera etapa, muchos/as cirujanos/as dentistas tuvieron que mantener sólo las atenciones de urgencia o, reconvertir su labor para reforzar a los equipos de Salud en el combate de la pandemia, como profesionales de la Salud asumimos el autocuidado como una buena práctica cotidiana y hoy, más que nunca, debemos reflejarlo en nuestro quehacer docente y clínico.

Invito a nuestros estudiantes, académicos/as y personal de colaboración a asumir los aprendizajes de los Cursos obligatorios, cuya aprobación se requiere para el retorno a la presencialidad en actividades críticas; a respetar los Protocolos, de acceso a toda nuestra comunidad en la plataforma U-cursos; a seguir con rigurosidad la señalética de aforos, flujos, distanciamiento físico y sanitización, instalada en nuestros recintos; y, lo más importante, a cautelar nuestras conductas en todo momento durante la estadía y ocupación de espacios en FOUCh.

Contamos con Uds. para la co-construcción de esta nueva realidad, donde nuestra Facultad siga siendo un espacio seguro para estudiar y trabajar. Nuestra Universidad nos ha expresado un voto de confianza al autorizarnos a retomar presencialmente actividades clínicas, preclínicas y de Investigación; y nuestro deber para corresponder a ese gesto es adaptarnos con rigor a las nuevas condiciones de estudio y trabajo, propiciando hábitos y conductas a la estatura de l@s profesionales de la salud que somos, donde nuestro mandato compartido es seguir manteniéndonos a salvo.

Irene Morales Bozo

Decana

Facultad de Odontología

Universidad de Chile

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